Normalmente se asocia el término "gatillazo" a la incapacidad de un varón para finalizar de forma completa una relación sexual, siempre y cuando el suceso se produzcca de forma casual y no se presente el problema de forma regular, es decir, que hasta el mejor escribano echa un borrón.
Esto viene a cuento de que un gatillazo es lo que sufrieron estos soldados canadienses que vieron como su gran arma sufría un ataque de impotencia ocasional, un susto que deja pálido al amante más fiel que nos podamos imaginar.
Por una vez retirarse con el rabo entre las piernas no fue tan malo.
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