Pues seguramente se llevaría un susto de muerte, su Yugoslavia, ese país creado de forma artificial y artificiosa, mezcla de naciones, razas y credos se ha desgajado como un iceberg que abandona su fría casa.
Esa Yugoslavia de Tito se separa como la tierra reseca, troceándose con profundas grietas de difícil cura ya que en las mismas han enterrado a lo mejor de dos generaciones.
Ahora le llega el turno a Kosovo, que si Rusia no lo impide nacerá en el mapa de Europa para que otros más a occidente pongan sus barbas a remojar.
Tiempos complejos para los grandes países que no pueden detener a las grandes naciones, ¿sueños utópicos regados de sangre para engrandecer mitos o justicia histórica ganada con sangre para crear mitos? Quién sabe.
Españoles en Kosovo como guías improvisados de "No seas nécora"
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