Aprender historia es una de las tareas más interesantes que se puede realizar siempre que se deje volar la imaginación, si se enfoca un libro de historia como una novela la mente nos permite viajar al centro de la acción convirtiéndonos en testigos de acontecimientos únicos.
Los niños tienen esa capacidad en dosis inalcanzables para un adulto, el problema es que esa es una virtud que hay que excitar para que salga a flote en tareas pedagógicas y la historia está especialmente dotada para esta misión.
Los cómics y las ilustraciones cumplen así una triple función, desatan el interés por la lectura, fijan conocimientos y agudizan la creatividad y la imaginación.
Veamos con ojos de niño lo que ocurrió en Hastings hace casi mil años.
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