No hace mucho tiempo el mar era surcado por grandes buques de vela, de los galeones a los clippers, pasando por los navíos de línea o las galeras. Unos tiempos de aventuras, de piratas, bucaneros y héroes. Unos tiempos de libertad y esclavitud, donde la mar era el único sitio en el cual el hombre se sentía libre pese a estar rodeado de muerte y dura disciplina que se aplicaba con rigidez y crueldad en muchos casos.
Esta era una época diferente, una época de aventuras y mundos por descubrir, sucedía cuando el mar era una aventura, hoy a cambiado, acero, grasa y ruido, velocidad y dinero, pero no todo está perdido, aún quedan locos, ese tipo de locura que lleva a algunos a recuperar viejos buques, navíos achacosos que cuentan sus cuadernas como cuentan las arrugas los viejos marineros, sin darles importancia, y cada arruga es una historia de salitre y mar.
Esa locura nos lleva a ese tiempo en el que todo hombre que sirviese en un barco era un marino por necesidad y un soldado por supervivencia, cualquier bajel un enemigo y cualquier lucha era sin cuartel.
Y es que si buscas bien el mar sigue siendo una aventura.
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