Francia establece unos requisitos operativos elevados y espera que su industria nacional responda a esos requisitos lo cual no siempre es posible. Otro problema que plantea esta política es su elevado coste para las arcas públicas, pero todo esto tiene también sus compensaciones.
Se trata de lograr una amplia autosuficiencia pero nunca cayendo en una autarquía limitante, se consigue por esta vía un beneficio social y tecnológico a la vez que se evitan dependencias indeseadas.
Un fruto de esta política es el Leclerc, que constituye la espina dorsal de las fuerzas acorazadas francesas.
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