sábado, junio 09, 2007

El Cid Campeador


Diego Laínez, dejó una herencia a España que jamás nadie ha igualado, legó un hijo que pasaría a la historia por su apelativo árabe "sīd", para los cristianos Mio Sid, Mio Cid, Mi Señor.

Caballero de los pies a la cabeza, Don Rodrigo Díaz de Vivar encarnó todas las virtudes de un héroe novelesco pero en persona de carne y hueso, «el milagro de su Dios» lo apodaron los musulmanes españoles.

Su leyenda es tal que El Cid no descansó ni siquiera 700 años después de su muerte, durante las guerras napoleónicas las tropas francesas decidieron saquear Burgos tras sufrir la primera derrota en la historia del potentísimo ejército napoleónico, la Grande Armée. 17.000 franceses cayeron prisioneros del ejército español y la furia francesa la pagó el Cid. Sus restos mortales fueron profanados y repartidos entre las tropas francesas que los diseminaron en su retirada hasta que el General francés Thiebault fue informado de la profanación, él mismo se encargó de volver a juntar los restos que pudo salvar y su cólera se desató sobre sus subordinados.

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