A la mayoría de nosotros nos gustan los desfiles, un espectáculo de marcialidad, disciplina, orden y ritmo. El problema es que hay veces que el cuerpo se estremece y no precisamente por la emoción.
Hoy me permito recordar uno de los desfiles más impresionantes de la historia, una emulación de aquellas legiones victoriosas en su regreso a Roma, una muestra de poder implacable haciendo suya la ciudad de la luz.
La guerra relámpago desfilando por los Campos Elíseos que por un momento se transformaron en el Tártaro del inframundo.
Recordar es siempre positivo.
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