Poco se valora el silencio en esta era del botellón, lo cual no deja de ser paradójico.
La fuerza de la ausencia de ruido es muy poderosa, más de lo que nos pensamos, porque la presencia del silencio activa el cerebro llevándolo a un estado de atención y concentración muy por encima de lo normal; los publicistas radiofónicos lo saben y no hay como una cuña publicitaria precedida de unos largos segundos de silencio.
Todo esto viene al caso porque los profesionales de la política (que no políticos) no saben aprovechar este hecho de atraer la atención con un silencio adecuado y nos demuestran su falta de madurez acompañada de un preocupante vacío intelectual llenando el silencio inteligente de palabras estúpidas.
1 comentario:
Yo a los políticos los condenaría, a todos, a un silencio eterno... menudos plastas que son.
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